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En línea con la segunda temporada, traemos el Episodio 4 que llamamos ¿Qué dice el aire de una ciudad?. Francamente, nosotros no sabíamos qué podría decir el aire de una ciudad hasta hace poco. En cuanto descubrimos que los indicadores de calidad del aire son una herramienta barata, replicable y sencilla para entender la calidad de la ciudad; sabíamos que teníamos que contarlo en La Parleta.

Bienvenidos a este episodio donde hablamos de esta herramienta poderosa para cuidar más de la ciudad y de nosotros. Quién sabe y quizás nos escucha el Alcalde Yunda o los presidenciables para que bacilen la idea. Consejos gratis, desde la Parleta, con amor.

En este episodio hablamos del potencial enorme que tiene la información que nos dan los distintos indicadores de calidad de aire. En este concurso en el que participamos con unos amigos de Londres pueden ver una de las aplicaciones concretas a la que llegamos una vez que nos pusimos a investigar sobre ciudad y calidad de aire.

Básicamente, los indicadores de calidad de aire miden la concentración de diferentes contaminantes en el aire. Entre los más usados se encuentran el material particulado menor a 10 micrones (PM10), el material particulado menor a 2.5 micrones (PM2.5) el Dióxido de nitrógeno y el Dióxido de Azufre. Para hacernos una idea más directa podemos imaginarnos al material particulado como un puñado de arena bien fina que flota en el aire y los otros gases como plano y simple veneno. Se vuelve evidente entonces, que la mala calidad de aire tendrá terribles implicaciones para la salud. El rango de enfermedades causadas por una mala calidad de aire va desde complicaciones a las vías respiratorias como congestión nasal, tos, irritación en los ojos o riñitis hasta enfermedades severas como bronquitis, asma o cáncer pulmonar.

El principal causante de esta contaminación es la quema de combustibles fósiles, que en nuestras ciudades se da principalmente por el tráfico de automotores. Otros contaminantes provienen de industrias pesadas, la agricultura (pesticidas y otros productos químicos) y de ciertas fuentes de energía no renovable. Lo interesante de todo esto es que si se sabe a ciencia cierta los principales causantes de esta contaminación, y al mismo tiempo contamos con un indicador medible de las concentraciones de estos contaminantes, podemos hacer una relación directa entre estos indicadores y la calidad de ciudad.

Por calidad de ciudad entendemos de forma muy general: La salud de los habitantes, la cantidad de tráfico, la cantidad de espacios verdes, el ruido y la producción de energía; todos estos factores se relacionan de varias maneras a lo que nos dicen los distintos indicadores de calidad de aire.

Además de todo esto, medir la calidad del aire es un método que resulta barato y replicable convirtiéndola en una poderosa herramienta de planificación urbana. En Quito, por ejemplo, tenemos algunos equipos de medición de aire que nos permiten crear una radiografía de la ciudad, de los posibles causantes de la contaminación y de los puntos críticos que deberían intervenirse.

 *Guayaquil por alguna razón no tiene ni un solo medidor de aire.

En esta página pueden ver la calidad de aire en tiempo real de todo el mundo: World's Air Pollution: Real-time Air Quality IndexWorld's Air Pollution: Real-time Air Quality Index

Fue con herramientas como estas que en el 2020 cuando la pandemia ocasionada por el Covid-19 forzó a las grandes ciudades a implementar medidas de aislamiento para la población, se registraron de forma generalizada considerables reducciones en la contaminación del aire. Aquí en Quito por ejemplo, como dijo Karina en el episodio de las Karishinas en Bici, la ciudad olía a montaña. Esta situación excepcional nos brindó una especie de laboratorio urbano donde se pudo comprobar sin lugar a dudas que medidas como las restricciones al tráfico vehicular tienen una relación directa en la reducción de contaminantes en el aire.

Ahora, esta claro que crear planes integrales para mejorar la calidad de aire en nuestras ciudades necesitaría grandes inversiones de capital por parte de gobiernos centrales y regionales. Sin embargo, existen múltiples estudios que aseguran que esta inversión podría ser recuperada en distintas maneras, la más clara de ellas sería la reducción en gastos en salud a causa de enfermedades ocasionadas por los contaminantes presentes en el aire. En el 2005 el Banco Mundial calculaba que el gasto por este tipo de enfermedades en Latinoamérica se encuentra entre los 2,2 y 6,2 billones de dólares (el 2% del PIB de la región).

Existen ejemplos de este tipo de planes en varias partes del mundo, entre los más comunes se encuentran:

  • La creación de ciclovías para incentivar el uso de la bicicleta.

  • Calles de bajo tráfico que restringen el acceso del automóviles a distintas partes de la ciudad en distintos momentos del día

  • Restricciones vehiculares

  • Barreras de vegetación

  • Lineas exclusivas de transporte público

Finalmente, una de las consideraciones más importantes a las que llegamos tras investigar el potencial que tiene utilizar los medidores de la calidad de aire como una herramienta de planificación urbana se relaciona al impacto que tienen nuestras ciudades sobre el calentamiento global. Si bien todos sabemos sobre el calentamiento global, sus causas y sus implicaciones a veces éste aún parece un concepto abstracto sobre el que tenemos poca o ninguna injerencia. La calidad de aire es uno de los factores que lo sacan de su condición abstracta porque provee experiencias palpables, tanto para las consecuencias directas sobre nuestra salud como para las medidas a largo plazo que de ser implementadas mejorarían de forma sustancial el impacto que tenemos sobre el medio ambiente.